Jesús Ofrece


Introducción

La vida, Dios nos la ha dado para que la disfrutemos, para que nos deleitemos en todas las cosas que él ha creado; es para sonreír, para regocijarnos con las personas que amamos; es para hacer bien a los demás, porque de esa manera nuestra alma sonríe y somos felices. Existen dos clases de vida, la natural y la espiritual. En la primera, la natural, carnal ó sensible, todo se desarrolla según nuestros sentidos: tacto, vista, oído etc. La segunda, la espiritual, es una que se vive de manera diferente, pero es la que tiene mayor peso en la conducta del ser humano; porque dependiendo de cómo nos sentimos internamente, así actuamos.

 

Es pues en esta área, dónde Jesús opera para que tengamos una vida plena, abundante y feliz. Permita que Jesús sea su guía en lo natural, y sobre todo en lo espiritual, y conocerá todo lo que él tiene para usted. "...Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman" (I Corintios 2.9). Acompáñeme un minuto.

 

Esto nos Ofrece:


Salvación eterna.

Si bien es cierto esta vida es importante, y en la medida de lo posible hay que disfrutarla; más importante es la eternidad. Es de tener bien presente que una vez morimos llegamos a la eternidad y que para que eso suceda bastan un par de segundos. En un abrir y cerrar de ojos expiramos, dejamos de ser, y al ocurrir esto, entramos en la eternidad. Si no pedimos perdón a Dios estando en vida, ni recibimos a Cristo Jesús como Señor y Salvador; muertos, ya no podemos hacerlo nunca.

 

¿Por qué? Se preguntará alguien, y la respuesta es, porque a Cristo y su perdón lo recibimos por fe. "...Mas el justo por su fe vivirá" (Habacuc 2.4). "Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio la potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1.12). "...El hombre es justificado por fe sin las obras de la ley" (Romanos 3.28). Una vez morimos, ya no necesitamos fe para creer, pues vemos las cosas eternas: el cielo, el infierno etc. Entonces nadie necesita fe o que se le predique, pues está viendo las cosas como son. Por tal motivo, si no se recibe a Jesús en vida, ya muerto, es demasiado tarde.

 

Pasamos por esta vida como la neblina, que está por un instante y luego desaparece. Así somos los seres humanos, por ello debemos enfocar nuestra mirada en la eternidad. Nadie se lleva nada cuando muere, casa, dinero, familia, todo queda, no podemos llevarnos absolutamente nada al otro mundo. "Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar" (I Timoteo 6.7). De manera que es sumamente importante abrir nuestro corazón a Jesús mientras estamos con vida.

 

En Juan dice: "El que cree en el hijo tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Juan 3.36). También: "...Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá" (Juan 11.25). Necesario es, asegurar el alma en las manos de Dios para tener vida eterna a su lado. Otras citas. Juan. 3.16; 6.40; 10.28.

 

Libertad

En la antigüedad, el hombre esclavizaba a su prójimo, el esclavo por lo general, carecía de derechos, era propiedad de su amo, y éste hacía lo que quería con él. Este tipo de esclavitud fue abolida totalmente en el siglo diecinueve, desde entonces las personas dicen ser libres. La libertad es algo que todo ser humano quiere y necesita, pero que no todos tienen. Muchas personas dicen ser libres, para hacer lo que se les antoje, ir a donde quieran, vivir como les parezca. El ser humano es libre, según su pensamiento, sin embargo es una mentira del príncipe de este mundo, llamado Satanás.

 

Alguien que no ha nacido de nuevo, que no ha recibido a Jesús en su corazón, vive una vida de desenfreno y placeres contrarios a la palabra de Dios. Dice ser libre pero hace lo que la carne o cuerpo natural le dicta, hace lo que el vicio o placer le ordena. Un alcohólico o drogadicto por ejemplo, hace lo que el vicio le ordena y no lo que realmente quiere hacer. Una prostituta, un ladrón, un asesino y tantos ejemplos que hay, de personas que están encadenadas y ya no pueden dejar de hacer la maldad. Así sucede con toda práctica de pecado, el ser humano comienza jugando con él y al final este le atrapa de tal manera que aunque la persona quiera, desee con todas sus fuerzas dejarlo, no puede.

 

La libertad es algo muy precioso que es necesario saber valorar y disfrutar. Un individuo es realmente libre cuando conoce a Jesucristo y le abre la puerta de su vida para que entre. Es libre, para disfrutar la vida, disfrutarla con la familia, sirviendo a Dios, ingiriendo una buena comida o bebida etc. Con la alegría que hay en el corazón de aquel que sinceramente entrega su vida a Jesús. La palabra de Dios dice que las personas que viven alejadas de Cristo son esclavas del pecado, y por ende, siervos de Satanás. Por eso, el Señor nos bendice con una libertad real, cuando le conocemos y entregamos nuestras vidas a él. Jesucristo dice:

 

"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Le respondieron: Linaje de Abraham somos y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres? Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el hijo os libertaré seréis verdaderamente libres" (Juan 8.32-36).

 

Importante es la libertad que Jesús nos ofrece, una que vale por toda la eternidad. Otras citas: Lucas 4.18; Romanos 6.18; Gálatas 5.1.

 

Paz.

Una persona que no tiene este don, es alguien que no goza de la vida que Dios le ha dado. La paz viene a consecuencia del perdón que recibimos cuando creemos en Cristo y le abrimos nuestro corazón. "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo" (Romanos 5.1). También de practicar el bien, obtenemos este fruto. "Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera..." (Isaías 26.3). No hay nada que pueda compararse a tener la paz que Jesús da a sus hijos.

 

En Juan leemos: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy cómo el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tenga miedo" (Juan 14.27). Romanos expresa: "Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz" (Romanos 8.6). Podemos ver cómo, cuándo abrazamos la fe del hijo de Dios, obtenemos una paz que nada de este planeta puede darnos. Ni los bienes materiales, ni los placeres carnales, ni ninguna otra cosa de esta vida, puede poner en nuestro corazón este don tan especial. Otras citas: Gálatas 5.22; Efesios 2.14.

 

Salud.

Toda persona disfruta de manera plena su vida cuando tiene buena salud. Es difícil para un individuo enfermo, gozar, deleitarse en las cosas que el Señor ha creado. Es por eso que Jesús llevo en su cuerpo las enfermedades de los que habían de creer en él, para que tuvieran una vida plena mientras estuvieran en este planeta, en este cuerpo mortal. La palabra del Señor expresa: "Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados" (Isaías 53.4-5).

 

Esta palabra fue predicada por Isaías aproximadamente setecientos cincuenta años antes de que el Señor Jesucristo las hiciera tangibles, cuando anduvo sanando y haciendo milagros en palestina. "Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo" (Mateo 4.23). "...Y el poder del Señor estaba con él para sanar" (Lucas 5.17). Una de las señales que la Iglesia de Jesús tiene como respaldo para que el mundo crea en él, es esta, la sanidad de las personas. "Y estas señales seguirán a los que creen: ...sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán" (Marcos 16.17-18).

 

Es importante saber también, que la enfermedad es una maldición y que es una promesa de Dios librarnos de ella, si nos apartamos del mal. "...Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador" (Éxodo 15.26). El deseo de Jesús es nuestra salud, pues él pago en la cruz por ella. "...Y por cuya herida fuisteis sanados" (I Pedro 2.24). La biblia dice: "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por toda la eternidad" (Hebreos 13.8). Así que, si ayer sanó, hoy lo sigue haciendo, y mañana, también lo hará.

Conclusión

Los tesoros en esta vida se acaban, todo se termina, no hay nada que uno pueda decir que va a durar para siempre. Además, el ser humano no es eterno en este cuerpo mortal. Por todo esto, es importante que valoremos lo que Dios nos ofrece y lo tomemos, para que hagamos tesoros en el cielo como dice la escritura (Mateo 6.19-21). Un día, resucitaremos y tendremos un cuerpo inmortal, en el cual ya no habrá enfermedad, ni vejes, ni muerte y viviremos eternamente junto a Jesucristo (Juan 5.28-29; Apocalipsis 21.4). Por supuesto, los que en esta vida creamos en él y le recibamos en nuestros corazones.

 

Dios nos ofrece cosas que van más allá de la vida terrena, nos ofrece cosas que durarán para siempre. ¿Valdrá la pena tomar lo que Jesús nos ofrece? ¿Valdrá la pena recibir a Jesús en nuestro corazón? Desde luego que sí; vale la pena, tomar la vida Eterna y todo lo que tener a Cristo Jesús como Señor trae consigo: salvación, paz, salud etc. Estas son solo algunas de las cosas que Jesús ofrece a las personas que se acercan a él. Definitivamente hay muchas más esperando por aquel que le reconoce como Señor y Salvador.