Pena Capital


 

Introducción

Hay cosas que, a la vista humana, a veces, parecen terribles, difíciles de ver, pero que son necesarias para que la vida sea agradable, y para que el hombre o mujer vivan muchos días sobre este planeta. La pena capital o de muerte, fue establecida por Jehová en el pueblo israelita, para evitar el aumento de maldad entre ellos. El ser humano siempre ha necesitado ayuda para poder caminar rectamente por el camino del bien, y esta pena, es una manera de como Dios le brinda su ayuda. Acompáñeme en este estudio.

 

Aval divino

"Ved ahora que yo, yo soy... yo hago morir, yo hago vivir; yo hiero, y yo sano; y no hay quien pueda librar de mi mano" (Deuteronomio 32.39). "Jehová mata, y él da vida..." (I Samuel 2.6). Si bien es cierto que la Iglesia es parte de un Nuevo Pacto con Dios; también es verdad que el Antiguo Pacto no está abolido o anulado completamente. "No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir" (Mateo 5.17).

 

Hay algunas cosas de este primer pacto, que es necesario hacerlas. El Decálogo o Diez Mandamientos por ejemplo, es algo que es menester guardar para vivir aprobado por Dios y los hombres. "...Sí quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos" (Mateo 19.17). Así, la pena capital, todavía puede ser utilizada por los gobiernos civiles, para quitar el mal de su territorio. Es de entender que esta pena es totalmente aprobada por Jehová Dios de los cielos y de la tierra, y que es su voluntad que se aplique, aun en este período de la historia humana, llamado "tiempo de la gracia".

 

En el libro de Daniel leemos: "Para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres" (Daniel 4.17). La carta a los romanos dice:

 

"Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo" (Romanos 13.1-4).

 

El apóstol Pedro también expresa: "Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque esta es la voluntad de Dios; que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos" (I Pedro 2.13-15).

 

Aplicaciones de esta pena, en el pueblo israelita

En lo sacro:

 

Al comer o beber sangre. "Cualquiera persona que comiere de alguna sangre, la tal persona será cortada de entre su pueblo" (Levítico 7.27).

Al comer la grasa de los sacrificios y en general. "Porque cualquiera que comiere grosura de animal, del cual se ofrece a Jehová ofrenda encendida, la persona que lo comiere será cortada de entre su pueblo" (Levítico 7.25).

Por violación del día de reposo. "Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en el día de reposo... y Jehová dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación..." (Números 15.32-34).

 

Por practicar la idolatría. "Cuando se hallaré en medio de ti... hombre o mujer... que hubiere ido y servido a dioses ajenos, y se hubiere inclinado ante ellos... entonces sacarás a tus puertas al hombre o la mujer que hubiere hecho esta mala cosa... y los apedrearás, y así morirán" (Deuteronomio 17.2-5). Por comer el sacrificio de paz estando inmundo. "...La persona que comiere la carne del sacrificio de paz... estando inmunda, aquella persona será cortada de entre su pueblo" (Levítico 7.20).

 

En lo civil:

 

La ley civil del pueblo israelita estaba fundada en la ley religiosa o Tora. Se imponía esta sentencia, en los siguientes casos:

 

Por homicidio. "Pero si hubiere alguno que aborreciere a su prójimo y lo acechare, y se levantare contra él y lo hiriere de muerte, y muriere... entonces los ancianos de su ciudad... lo entregarán en mano del vengador de la sangre para que muera" (Deuteronomio 19.11-12).

Por buscar la ayuda de encantadores, adivinos, brujos etc. "Y la persona que atendiere a encantadores o adivinos, para prostituirse tras ellos, yo pondré mi rostro contra la persona, y la cortaré de entre su pueblo. Y el hombre o mujer que evocare espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados; su sangre será sobre ellos" (Levítico 20.6,27).

 

Por maldecir a los padres. "Todo hombre que maldijere a su padre o a su madre, de cierto morirá; a su padre o a su madre maldijo, su sangre será sobre él" (Levítico 20.9).

Por secuestro. "Cuando fuere hallado alguno que hubiere hurtado a uno de sus hermanos los hijos de Israel, y le hubiere esclavizado, o le hubiere vendido, morirá el tal ladrón..." (Deuteronomio 24.7).

 

También por estas faltas: Adulterio, tener intimidad con la madrastra, con la nuera, el incesto en general, por ser homosexual, tomar a la mamá y a la hija, tener copula con cualquier bestia, por tener copula con mujer menstruosa (Levítico 20.10-21).

 

Otras aplicaciones

Por ser falso profeta. "Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando; para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma. Tal profeta o soñador de sueños ha de ser muerto..." (Deuteronomio 13.1-5). "El profeta que tuviere la presunción de hablar palabra en mi nombre, a quien yo no le haya mandado hablar, o que hablare en nombre de dioses ajenos, el tal profeta morirá" (Deuteronomio 18.20).

 

Por incitar a un familiar o amigo/a íntimo a dejar a Dios. "Si te incitare tu hermano, hijo de tu madre, o tu hijo, tu hija, tu mujer o tu amigo íntimo, diciendo en secreto: Vamos y sirvamos a dioses ajenos... de los dioses de los pueblos que están en vuestros alrededores... no consentirás con él, ni le prestarás oído, ni tu ojo le compadecerá, ni le tendrás misericordia, ni lo encubrirás, sino que lo matarás; tu mano se alzará primero sobre él para matarle, y después la mano de todo el pueblo" (Deuteronomio 13.6-9).

 

Por perjurio o falso testimonio en juicio. "Cuando se levantare testigo falso contra alguno, para testificar contra él, entonces los dos litigantes se presentarán delante de Jehová, y delante de los sacerdotes y de los jueces que hubiere en aquellos días. Y los jueces inquirirán bien; y si aquel testigo resultare falso, y hubiere acusado falsamente a su hermano, entonces haréis a él como él pensó hacer a su hermano; y quitarás el mal de en medio de ti" (Deuteronomio 19.16-19).

 

Como última medida contra el hijo rebelde. "Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece a nuestra voz; es glotón y borracho. Entonces todos los hombres de su ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti..." (Deuteronomio 21.18-21).

 

Por fornicar una muchacha, estando en casa de sus padres. "Más si resultare ser verdad que no se halló virginidad en la joven, entonces la sacarán a la puerta de la casa de su padre, y la apedrearán los hombres de su ciudad, y morirá, por cuanto hizo vileza en Israel fornicando en casa de su padre..." (Deuteronomio 22.20-21).

 

Esta pena, la capital, puede ser aplicada por los gobiernos civiles, a toda persona que por sus hechos la merezca. Esto, al ser violadas las leyes civiles, desde luego, y la infracción amerite este castigo. Por ejemplo, en casos de homicidio, o cuando hay secuestro y muerte, y en otros casos, donde la ley lo estime conveniente. Sí se aplica esta pena, después del veredicto o sentencia, sería de darle unos tres a seis meses al convicto o declarado culpable, para que si así lo desea, se arrepienta de sus pecados, reciba a Jesús en su corazón, y de esta manera, salve su alma.

 

Objetivo de esta medida

Quitar el mal de en medio del territorio donde se aplica.

"...Así quitarás el mal de en medio de ti" (Deuteronomio 13.5). "...Y quitarás el mal de en medio de Israel" (Deuteronomio 17.12).

"...Y quitarás el mal de en medio de ti" (Deuteronomio 19.19). "...Así quitarás el mal de en medio de ti..." (Deuteronomio 21.21).

"...Así quitarás el mal de en medio de ti" (Deuteronomio 22.21,24). "...Y quitarás el mal de en medio de ti" (Deuteronomio 24.7).

 

Propósito

Que al enterarse el pueblo de esta pena o castigo, tema, y no viole la ley establecida.

"Para que todo Israel oiga, y tema, y no vuelva a hacer en medio de ti cosa semejante a esta" (Deuteronomio 13.11). "Y todo el pueblo oirá, y temerá, y no se ensoberbecerá" (Deuteronomio 17.13).

"Y los que quedaren oirán y temerán, y no volverán a hacer más una maldad semejante en medio de ti" (Deuteronomio 19.20). "...Y todo Israel oirá, y temerá" (Deuteronomio 21.21).

 

¿Por qué es buena?

La biblia dice: "Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el corazón de los hijos de los hombre está en ellos dispuesto para hacer el mal" (Eclesiastés 8.11). Como podemos observar en este versículo, si se corrige el pecado o falta con prontitud y eficacia, es posible apartar al ser humano del mal camino.

 

También: "Se mostrará piedad al malvado, y no aprenderá justicia; en tierra de rectitud hará iniquidad y no mirará la majestad de Jehová" (Isaías 26.10). Aquí Dios nos hace notar, que aunque se muestre piedad al malo, no por ello cambiará, al contrario seguirá haciendo el mal, porque no se ha corregido. Es necesario aplicar el castigo según la falta cometida, para tener una sociedad más sana.

 

¿Qué piensa el Nuevo Testamento sobre esta pena?

Es importante recordar que el mismo que hizo el Antiguo Pacto con Israel, es el mismo que en este tiempo está haciendo el Nuevo Pacto con los gentiles que reciben a Jesús en sus corazones. Por consiguiente, él avala muchas de las cosas que se hacían en Israel, en el Antiguo Pacto, para que sean hechas hoy, en el Nuevo. En el principio de la Iglesia de Dios, la primitiva, algunos hermanos vendían sus propiedades y ponían el precio de la venta a los pies de los apóstoles. En esos días una pareja, Ananías y Safira, quisieron engañar al hombre de Dios llamado Pedro, y por ende, a Dios. Estas dos personas murieron por la mano de Dios, el mismo Jehová los mató, por lo que quisieron hacer (Hechos 5.1-10).

 

Con la muerte de Ananías y la de su mujer, Safira, se cumplieron los objetivos por los cuales Dios estableció la pena capital en la antigüedad o Antiguo Pacto. Llegó temor a la iglesia y a los que oyeron sobre este hecho, para respetar a Jehová y a Jesús, y apartarse del mal. "Y vino gran temor sobre toda la Iglesia, y sobre todos los que oyeron estas cosas" (Hechos 5.11). El apóstol Pablo, en su primera carta a los hermanos de Corinto, les recuerda; que por no tomar la santa cena con pureza o santidad, algunos de ellos ya habían muerto. "De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen" (I Corintios 11.27,30).

 

Cuando dice: Duermen, se refiere a que están muertos. Desde luego, era Jesús quien les había quitado la vida, por su impureza. Es necesario saber que Dios no cambia, como lo hace el ser humano. "Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos" (Malaquías 2.6).

"Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (Hebreos 13.8). Y de igual manera, sus métodos tampoco cambian, esto solo sucede en casos excepcionales. En su primera carta, el apóstol Juan dice: "Si alguno viere a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y Dios le dará vida... Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida" (I Juan 5.16).

 

Observamos la vigencia de la pena de muerte, aun en el Nuevo Pacto, que tiene el aval o aprobación divina, hasta hoy. Jesús, en el libro de Apocalipsis, expresa: "Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras" (Apocalipsis 2.23).

 

Conclusión

El caso que hemos tratado, es uno de los más difíciles. Pero el ser humano debe entender, que si Dios estableció esta pena, es para el bienestar de las personas que él ha creado. Amén.