María


Introducción

La mamá de Jesucristo, María, fue una gran mujer, pero una con virtudes y defectos. Hay personas que han dejado huella a su paso por el mundo, que han conseguido grandes cosas o han sido ejemplares; pero no por ello se les debe venerar o adorar, pues esto sería idolatrarles y lo reprueba Jehová Dios (Exodo 20.1...). Acompáñeme un momento.

Una mujer singular

Nadie puede negar o discutir el hecho de que cuando Dios selecciona a alguien para encomendarle una obra, siempre escoge lo mejor, lo mejor en cuanto a pureza y fe, por supuesto. El caso de María no es la excepción, ella era una muchacha, una joven, que según la biblia, estaba comprometida con José cuando fue visitada por Dios (Mateo 1.18). Pero ellos no habían tenido relaciones sexuales.

La biblia expresa que ella no había conocido varón, nunca había tenido relaciones sexo-coitales con nadie (Lucas 1.34). Lo anterior habla de la pureza, de la santidad que había en esta joven y de la fidelidad a Dios de su parte.

 

El ser humano siempre ha sido el mismo desde la caída de Adán, siempre ha existido en el hombre o mujer una horrenda inclinación hacia el mal, al pecado, a lo que es reprobado por Jehová. Desde siempre existieron, existen y existirán muchachas que estando en casa de sus padres comienzan a fornicar, a tener relaciones sexuales (Deuteronomio 22.20-21; I Corintios 6.18).

Algunas lo hacen simplemente porque no son capaces de frenar los deseos que las invaden, otras, ponen la excusa que de todas maneras ya están comprometidas y por tanto no hay ningún problema en que tengan copula con sus prometidos, ya que, en cualquier caso se van a casar. A estas "señoritas" no les importa que lo que hacen es pecado, lo que les interesa es saciar su apetito carnal, aunque ofendan a Dios.

 

María mantuvo su pureza y por esto fue tomada en cuenta cuando Dios quiso que su Hijo viniera a la tierra y naciera de una mujer, entonces la mirada divina fue puesta en esta señorita (Lucas 1.31).

 

Mujer de carne y hueso

Es importante tener bien presente que aunque María fue una joven pura y limpia, con todo, no fue diferente a las demás jóvenes de su pueblo, una muchacha de carne y hueso, con virtudes y defectos. Muchas personas tienen una idea equivocada de la palabra "virgen", ya que cuando dicen o escuchan esta palabra, por lo general la asocian o relacionan con lo divino; con alguien a quien el mismo humano ha divinizado o declarado "santo", pero el que esto hace comete un gran error.

 

Según el diccionario, virgen es una persona que nunca ha tenido relaciones sexuales con nadie. Así, esta palabra se aplica a toda persona, sea hombre o mujer, que no ha tenido relaciones sexo-coitales con otra. De este modo, toda persona que nunca ha tenido copula, es virgen. Pero no por eso se le va a levantar un monumento o se va a erigir una estatua en honor a ella para adorarle. Pues si así fuera, se adoraría a las personas aún vivas por el hecho de ser vírgenes, y ya no digamos a las que muriesen guardando esta pureza.

 

En los días en que vivió María había otras muchachas que al igual que ella, también eran vírgenes, y algunas quizá, fieles al Señor Jehová como ella lo era. Pero esta señorita, María, hallo gracia en los ojos de Dios (Lucas 1.30), y a él le pareció bien darle el privilegio de que en su vientre se gestara y desarrollara su Hijo, el Señor Jesucristo. Pero bien pudo haber sido cualquier otra muchacha, virgen y fiel al Señor la elegida para esta obra.

 

Concepción y nacimiento de Jesús

La concepción en María fue de manera sobrenatural, el Señor Jehová fecundó, puso el espermio o espermatozoide en el ovulo de María; por supuesto, sin haber tenido nunca relación sexual con ella (Lucas 1.34-35). Esta fecundación fue una inseminación artificial, desde luego sin intervención quirúrgìca si no con el poder del Espíritu Santo. Hoy en día se puede entender mejor esta obra del Espíritu Santo hecha en María, ya que tenemos conocimiento de que un ovulo puede ser fecundado sin necesidad que la mujer tenga copula con nadie.

 

Ahora, si bien es verdad que la concepción en María fue por obra de Dios, también es cierto que una vez quedo fecundado el ovulo de María, todo el desarrollo y crecimiento de nuestro Señor Jesucristo fue igual que en cualquier otro embarazo. El embrión fue creciendo poco a poco en el vientre de María, hasta formarse un bebe. Todo este desarrollo y crecimiento de nuestro Señor Jesús, duro nueve meses, igual que en cualquier otro niño. A María le creció el vientre, como lo hace con toda mujer embarazada.

 

Si el embarazo o tiempo que estuvo Jesucristo en el vientre de María fue común, es de saber que el alumbramiento o el dar a luz de María también lo fue. Jesús nació de igual manera que todo ser humano. Es pues, en este alumbramiento, que María perdió su virginidad. Dios no hace cosas ilusorias o mágicas; el nacimiento de Jesucristo fue real, fue un bebe el que salió del vientre de María. Este bebe, el Señor Jesús, luego de salir del vientre, comenzó a crecer y desarrollarse normalmente como lo hace cualquier niño y ser humano (Lucas 2.6-7,21-22,40,42,51-52; 3.23).

 

Matrimonio de María

El hecho que una mujer dé a luz hijos, no la degrada delante de Dios. Las relaciones sexuales dentro del marco matrimonial, no son mal vistas por Jehová, ya que es a través de ellas, de estas relaciones, que se conciben, y luego nacen los hijos. Y cuando por lo menos uno de los cónyuges es nacido de nuevo, sus hijos son santos (I Corintios 7.12-14). María después que dio a luz al Señor Jesucristo comenzó a tener relaciones sexo-coitales con José. "Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito..." (Mateo 1.25).

 

Cuando dice: no la conoció, se refiere o está diciendo, que no tuvo relaciones sexuales o coitales con ella, sino: hasta que dio a luz a su hijo primogénito.  José comenzó a tener estas relaciones con María, después que ella dio a luz a Jesús. Fruto de ellas, de estas relaciones, les nacieron cuatro hijos y algunas hijas, de las cuales la biblia no menciona sus nombres. "¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros?..." (Mateo 13.55-56).

 

Jacobo, el hermano de Jesús, fue principal en la iglesia de Jerusalén, después de la muerte y resurrección de Cristo (Hechos 15.13; Gálatas 1.18-19). Desde luego, María se casó con José (Lucas 1.27; Mateo 1.18-20,24). Nuestro Señor Jesús y sus hermanos y hermanas, nacieron y crecieron dentro del seno del matrimonio.

 

Relación de Jesús con sus hermanos/as

La relación que nuestro Señor tenía con sus hermanos carnales, no era la mejor; la biblia dice que ni aun ellos, sus hermanos, creían que él era el Mesías. "Y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo. Porque ni aun sus hermanos creían en él" (Juan 7. 3-5).

 

Relación de María con Jesús

María sabía bien quién era ese niño que había salido de su vientre y que estaba creciendo bajo su cuidado, ella sabía que este niño era el Mesías o Ungido de Dios (Mateo 1.21; Lucas 1.31-33). Pero al observar que Jesús crecía y se desarrollaba igual que los demás muchachos de su edad, ella comenzó a tener dudas sobre sí él era o no el Mesías que Israel esperaba.

 

Estando el Señor Jesús en Capernaum, llegaron María y sus hijos, los hermanos de nuestro Señor, a prenderle, porque decían que estaba fuera de sí, o sea, que Jesucristo había perdido el juicio o cordura (Marcos 3.20-21, 31-32). Esto habla de la incredulidad que había en el corazón de la familia de nuestro Señor, incluyendo el corazón de María. Por esta causa cuando la gente dice a Jesús que su madre y sus hermanos están afuera y le quieren hablar, él les responde que su madre y sus hermanos son los que hacen la voluntad de Dios (Marcos 3.33-35).

 

Cuando el Señor Jesucristo dice que no hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa (Marcos 6.4), o cuando dice que los enemigos del hombre serán los de su propia casa (Mateo 10.36); lo hace, porque él mismo había vivido y estaba viviendo esta realidad, en su tierra, con sus parientes, con su madre, sus hermanos y hermanas, y quizá, hasta con José, su padre.

 

Conclusión

Una gran mujer, con esta frase se puede denominar o nombrar a María, pero hasta ahí. No podemos darle un lugar que no le corresponde, porque estaríamos quebrantando la palabra de Dios. Si el Señor Jehová la eligió para encarnarse fue porque era digna de ese privilegio, pero ella fue una mujer como cualquier otra. Tuvo marido, parió y crio más hijos a parte de Jesucristo, murió como todo ser humano. Ella está esperando la resurrección de los muertos como los demás hijos de Dios que hasta hoy han muerto asidos o tomados de la mano de Jehová Dios.

Citas; Reina Valera 1960